viernes, 10 de agosto de 2012

Un estilo de familia (家庭)

El Choy Gar Kung Fu es un estilo de familia. Por décadas sus técnicas han pasado de generación en generación sin apenas rebasar los límites de los más cerrados grupos humanos. Esta impronta se encuentra impregnada en la esencia del estilo, en la forma en que se enseña, en la especial relación entre Sifu (Maestro) y Tou Tai (discípulo) o entre compañeros (hermanos) de entrenamiento.
A diferencia de otros estilos, cuyas escuelas se han convertido en grandes corporaciones con ánimo de lucro, el Choy ha permanecido en el estrecho formato de la escuela tradicional - familiar.
De seguro no han faltado quienes con oscuras intenciones han pretendido convertirlo en mercancía, pero el espíritu grabado en cada movimiento, en su filosofía tan sencilla y compleja a la vez, ha resistido los embates de la mercantilización.
La familia es la base de la sociedad, su estructura funcional por excelencia. A nuestra familia debemos, hasta cierto punto, lo que somos e incluso lo que no somos.
En la familia asumimos nuestros primeros y más profundos valores, aprendemos a distinguir lo bueno de lo malo, a colaborar, a lidiar con las diferencias.
La familia es el refugio donde resguardarnos cuando todos los refugios fallan. Tanto aquella de donde venimos, como la que construimos, se convierten en nuestro más fuerte baluarte, nuestra retaguardia segura.
Como una gran familia, los practicantes del Choy se reconocen los unos a los otros, se respetan en su diversidad, se apoyan en la adversidad, aprenden los unos de los otros. Como familia trata el Sifu a sus alumnos. No en los desbordados salones con cientos de practicantes en los que el maestro no tiene tiempo de entender las necesidades de su discípulo, sino en el humilde marco de unos pocos alumnos, en el cual el Sifu, como artesano, hace gala de su arte y moldea el barro del alumno, con el único fin de enseñarlo a moldear su propio barro.
El Choy es un estilo de familia, un semillero donde se cultiva el carácter, donde no hay urgencias más allá de las que uno mismo se imponga en su disciplina.
El Choy es un estilo de familia, y en un mundo donde la tradición se desvanece, la gente pierde sus raíces, se traicionan ideales, es un pretexto perfecto para demostrar que las grandes soluciones están en la cosas aparentemente pequeñas, en las decisiones que tomamos cada día, en aquello que creemos y nuestra determinación de vivir según ello.
El Choy nos da el espacio para un dialogo interior, para la reflexión constante, para sentir, que aún cuando somos individuos somos parte de un todo.
Esa sensación de individualidad y a la vez de pertenencia, es la inconfundible experiencia de ser parte de una familia.

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